Muchos maestros desean establecer y conservar buenas relaciones con los padres de sus estudiantes, pero ¿cómo lograrlo? ¿En qué consiste esa buena relación y qué se puede esperar de ella?
En la escuela, unos de los mejores aliados para motivar el interés de los estudiantes por el estudio son, sin duda, los padres de familia. Pero ¿qué pasa cuando factores como largas jornadas laborales, diferencias culturales y socio económicas y también una larga historia de ver a los padres como intrusos en el mundo escolar -quienes sólo aportan críticas o quejas- han hecho que se cree una barrera entre el proceso de aprendizaje de los estudiantes en la escuela y lo que pasa al interior de sus familias?
La buena comunicación es la clave.
Circulares
Este instrumento de comunicación sigue siendo uno de los mejores cuando de mantener informada a la familia se trata. En algunas instituciones, el recurso de la circular se utiliza para ocasiones especiales, sobre todo cuando el director quiere comunicar a los padres de familia cifras o dar cuenta del manejo de dinero, cambios importantes u otros datos con los que es necesario ser precisos y claros. Sin embargo, las circulares pueden ser la clave para que los padres sepan en qué va la educación de sus hijos, cuáles son los objetivos mensuales de las clases, cuáles son las actividades que se realizarán, cuál ha sido el rendimiento de cada estudiante, entre otros.
Toda esta información es de gran valor para padres y docentes, pues, por un lado, la familia, al sentirse informada, querrá estar más involucrada en las actividades y, por el otro, esto le permite al docente darse cuenta de cómo es cada familia, qué grado de compromiso tienen, si son reacios a colaborar o participar, entre otros.
Se recomienda hacer seguimiento a través de circulares de todos los procesos y actividades de la institución al menos seis veces al año y siempre en las mismas fechas, para crear la costumbre en el núcleo familiar de que cada tanto llegará información que vale la pena discutir y tener en cuenta.
Cara a cara
Algunas escuelas e instituciones creen que nada puede remplazar el encuentro personal con los padres de familia y por eso se ponen metas como haber hablado con todos y cada uno de los padres y acudientes antes de terminar el primer semestre del año lectivo. Para esto no basta con las tradicionales reuniones de padres de familia, donde estos se sientan a "ser informados" pero no se les hace realmente partícipes de lo que va a suceder con la educación de sus hijos, no se les motiva o cuestiona para que den sus aportes; en cambio es necesario revaluar el protocolo de estos encuentros, para que más que reuniones de cartelera sean talleres en los que los padres y madres tengan la oportunidad de mostrar quiénes son y qué esperan de la educación que sus hijos reciben; igualmente, qué facilidades y dificultades tienen al momento de educar a sus hijos en casa, para que al final del día todos estén de acuerdo en las prioridades a manejar con los estudiantes para ese año. Este tipo de reuniones-taller se aconseja hacerlas al menos tres veces al año (antes de que se inicien las clases, antes de vacaciones de mitad de año y la última antes de salir a vacaciones de diciembre) y con los padres reunidos por cursos.
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